Hay libros que son caminos. Otros, refugios. Frutos del Alma es ambos. En estas páginas, la poeta teje un universo de emociones con la delicadeza de quien ha amado, perdido y recordado con la intensidad de la poesía.
Cada poema es una ofrenda: a la familia que nos habita incluso en la ausencia, a la tierra que nos llama desde la distancia, a los instantes que el tiempo no puede borrar. Con una voz profunda y evocadora, rinde homenaje a los suyos —madre, padre, hermanos, abuelos— y a aquellos espíritus errantes que dejaron huella en su vida y en su verso. Entre recuerdos de infancia, promesas al viento y cartas a los grandes de la literatura, el libro es un testimonio de la memoria que se resiste a desaparecer.
Aquí laten el amor y la pérdida, la añoranza y la esperanza, la dulzura de lo vivido y el eco imborrable de quienes ya no están, pero nunca se han ido del todo.